Retales de su Vida (5)

No hay como el calor de una madre, solo lo sabe el que se queda sin ella. Cuando era pequeño, a menudo preguntaba por mamá; y me respondían directamente que estaba muerta.     Bueno…    total que se acabó la guerra civil española y dos de mis hermanos volvieron sanos y salvos, en cambio el marido de nuestra única hermana cayó en la guerra a bordo del barco llamado Olite en la ciudad de Cartagena. Toda la familia le guardó luto con el clásico botón negro en la solapa de la chaqueta durante un año.

Yo mientras tanto con dieciseis años estuve trabajando un par de años de jornalero cobrando 2 pesetas en casa de Don Antonio ,en la aldea de Barbalde en la parroquía de Rus. Al cabo de dos largos años, me harté de tanto trabajar y pedí aumento de sueldo al doble (4 pesetas).

 Cuatro pesetas?, estás loco, lo que vais  a conseguir es acabar con los agricultores.

Pues me largo. Y así lo hice.

¡ Ehhh !, a donde vas hombre, espera.

Era su hijo que me alcanzó en mitad del camino.

Hemos discutido mi padre y yo, y no queremos que te vayas, porque sabemos que ese jornal te lo ganas bien; si no te lo paga él lo haré yo.

En fin, que me quedé una pequeña temporada más.  Pero al poco tiempo había oído hablar de unas minas que estaban a 37 kilómetros de casa, y que había formas de ganar mucho dinero.

Se lo propuse a mi padre y él no quería porque necesitaba a todos los hijos para cavar con el azadón un monte de 18 ferrados de tierra, para sembrar el trigo; pero yo me fui igual y a la semana volví con 500 pesetas en el bolsillo.

¡Carallo!, esto si es ganar dinero; pero si no sementamos el trigo, no tendremos cosecha para el año.

Regresé a la mina 10 días y cobré 1000 pesetas, con las que contraté jornaleros, le regalé 300 pesetas a mi padre y zanjé el asunto del trigo, ahorrándome mucho dinero y trabajo.

En 1914 se produjo el hallazgo de un depósito de wolframio de ocho kilómetros de largo y uno de ancho en la mina de Barilongo, situada entre las parroquias de Santa Sabiña y San Salvador en el concello coruñés de Santa Comba.  El Wolfram cobró gran importancia en la industria militar y alcanzó su época de máximo esplendor desde finales de la Guerra Civil hasta 1955.  Con la llegada de la II Guerra Mundial, Santa Comba se convirtió en enclave estratégico, ya que Alemania necesitaba el mineral para endurecer el metal de sus cañones, obuses y tanques, (los obuses revestidos de wolframio eran capaces de volar un tanque por los aires y los otros no) que salía en barcos desde Vilagarcía o el pequeño puerto de  Balarés en Ponteceso. Los ingleses lo compraban también para hacer subir el precio, y lo arrojaban al mar o en depósitos en tierra pues no disponían de la tecnología para su aprovechamiento. Esto hizo que en esta época el wolframio alcanzase más valor que el oro, de ahí que se le llamase por estas tierras,  el oro negro.

Llegamos a trabajar en la mina 4000 mineros,  los sueldos en la mina eran de 8 a 15 pesetas, que en ese momento acabada la guerra civil e inmersos en la mundial, era un buen salario, contando que en ese momento no tenía ni calzoncillos porque los sueldos normales eran 2 pesetas.  La demanda era tal en el mercado, que pronto surgió el estraperlo «comercio clandestino», y de ganar 8 pesetas se pasó a ganar 200 pesetas por un kilo en un día. La necesidad era tal, que los más aventureros se dedicaron a lo que se dio en llamar tirarse a la mina o  lanzarse al monte,( ir a roubeta). Y yo también fui uno de ellos, con el riesgo de que un guardia civil te pegase un tiro como le pasó a más de uno.

Continuará…

 

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