Archivo por meses: noviembre 2013

Retales de su Vida (6)

Formábamos cuadrillas de cinco hombres, los cuales se repartían el trabajo en lavar el mineral, buscarlo, cargarlo…  Para dormir, nos cobraban una peseta por noche y nuestras camas eran los pallotes(cobertizos de paja), cortes del ganado, etc. Dormíamos veinte o treinta juntos. Nuestra cuadrilla, cuando pudimos cambiamos de casa, porque nos pusieron al lado de un rebaño de ovejas y gracias al calor que estas soltaban no pasábamos frío. La comida habitual era una taza de caldo de verduras y un poco de broa (pan de maíz), que nos estafaban por ello una peseta. El caldo solía durar 3 días porque, cuando quedaba poco se rellenaba con agua y… ale otra vez.

El 24 de junio de 1941, día de san Juan, hacía dos meses que yo cumpliera los 18 años y  la guardia civil lleva a cabo una batida en Barilongo, cientos de personas corremos monte arriba y monte abajo. En mi huida veo un bulto raro detrás de unos helechos, y pensé que era un compañero de roubeta, pero resultó ser un carabinero(Soldado destinado a la persecución del contrabando) con su fusil al lado. Mi reacción fue empezar a correr en dirección contraria . Le sacaba unos metros de ventaja cuando al saltar una zanja, me caí, pero a mi enemigo le pasó lo mismo y  me levanté y corrí como una bala, hasta que a unos doscientos metros más adelante me encontré de frente con un cabo de la guardia civil.

¡Vaya,vaya! Se cayó el pájaro… ahora no te muevas.

Levanté las manos en alto y comencé a llorar.

¿Usted no sabe que no puede venir a la mina?

Lo se, señor guardia.

-Entonces si lo sabe, porque lo hace.

No tengo madre, mi hermana está en el hospital y necesito el dinero, porque quería ir a verla. Todos los vecinos me dijeron que debería ir a la mina y hacer como todo el mundo.

Pues vas a tener que buscar el dinero en otro lado. ¡Me va a dar usted su palabra de que no va a volver a la mina!.

Si no me pega… bueno… es que no sé… necesito un poquito de dinero.

En ese momento llega jadeando el carabinero al que había escapado e intenta darme con un bastón que ellos solían llevar.

Ehhh! un momento,le estoy tomando declaración al chico,  y si  hay que pegarle se hará después.  Éste es un caso un poco triste; que le vas a hacer si es un pobre diablo.  Y a ti chaval, sabes que si te cogen otros te van a dar una buena  paliza, así que… ¡ trota chaval!.

No hizo falta que lo repitiera, corrí un buen rato sin mirar atrás. Pero a las dos horas me encontré con el resto de la cuadrilla y volvimos a por el wolfram.

   Continuará…

Retales de su Vida (5)

No hay como el calor de una madre, solo lo sabe el que se queda sin ella. Cuando era pequeño, a menudo preguntaba por mamá; y me respondían directamente que estaba muerta.     Bueno…    total que se acabó la guerra civil española y dos de mis hermanos volvieron sanos y salvos, en cambio el marido de nuestra única hermana cayó en la guerra a bordo del barco llamado Olite en la ciudad de Cartagena. Toda la familia le guardó luto con el clásico botón negro en la solapa de la chaqueta durante un año.

Yo mientras tanto con dieciseis años estuve trabajando un par de años de jornalero cobrando 2 pesetas en casa de Don Antonio ,en la aldea de Barbalde en la parroquía de Rus. Al cabo de dos largos años, me harté de tanto trabajar y pedí aumento de sueldo al doble (4 pesetas).

 Cuatro pesetas?, estás loco, lo que vais  a conseguir es acabar con los agricultores.

Pues me largo. Y así lo hice.

¡ Ehhh !, a donde vas hombre, espera.

Era su hijo que me alcanzó en mitad del camino.

Hemos discutido mi padre y yo, y no queremos que te vayas, porque sabemos que ese jornal te lo ganas bien; si no te lo paga él lo haré yo.

En fin, que me quedé una pequeña temporada más.  Pero al poco tiempo había oído hablar de unas minas que estaban a 37 kilómetros de casa, y que había formas de ganar mucho dinero.

Se lo propuse a mi padre y él no quería porque necesitaba a todos los hijos para cavar con el azadón un monte de 18 ferrados de tierra, para sembrar el trigo; pero yo me fui igual y a la semana volví con 500 pesetas en el bolsillo.

¡Carallo!, esto si es ganar dinero; pero si no sementamos el trigo, no tendremos cosecha para el año.

Regresé a la mina 10 días y cobré 1000 pesetas, con las que contraté jornaleros, le regalé 300 pesetas a mi padre y zanjé el asunto del trigo, ahorrándome mucho dinero y trabajo.

En 1914 se produjo el hallazgo de un depósito de wolframio de ocho kilómetros de largo y uno de ancho en la mina de Barilongo, situada entre las parroquias de Santa Sabiña y San Salvador en el concello coruñés de Santa Comba.  El Wolfram cobró gran importancia en la industria militar y alcanzó su época de máximo esplendor desde finales de la Guerra Civil hasta 1955.  Con la llegada de la II Guerra Mundial, Santa Comba se convirtió en enclave estratégico, ya que Alemania necesitaba el mineral para endurecer el metal de sus cañones, obuses y tanques, (los obuses revestidos de wolframio eran capaces de volar un tanque por los aires y los otros no) que salía en barcos desde Vilagarcía o el pequeño puerto de  Balarés en Ponteceso. Los ingleses lo compraban también para hacer subir el precio, y lo arrojaban al mar o en depósitos en tierra pues no disponían de la tecnología para su aprovechamiento. Esto hizo que en esta época el wolframio alcanzase más valor que el oro, de ahí que se le llamase por estas tierras,  el oro negro.

Llegamos a trabajar en la mina 4000 mineros,  los sueldos en la mina eran de 8 a 15 pesetas, que en ese momento acabada la guerra civil e inmersos en la mundial, era un buen salario, contando que en ese momento no tenía ni calzoncillos porque los sueldos normales eran 2 pesetas.  La demanda era tal en el mercado, que pronto surgió el estraperlo «comercio clandestino», y de ganar 8 pesetas se pasó a ganar 200 pesetas por un kilo en un día. La necesidad era tal, que los más aventureros se dedicaron a lo que se dio en llamar tirarse a la mina o  lanzarse al monte,( ir a roubeta). Y yo también fui uno de ellos, con el riesgo de que un guardia civil te pegase un tiro como le pasó a más de uno.

Continuará…

 

Retales de su Vida (4)

El trato era por dos años, y al cumplirse, cobré los 2 pesos de plata y me fui corriendo a mi casa, que estaba a unos tres kilómetros. Llegué , le conté a mi padre todo lo que había sufrido y que no quería volver;  mi padre lo comprendió y quedé trabajando en casa.

Un mes de agosto, con diez años de edad, unas veinte personas en una finca de la aldea trabajando en el tiempo de mallar el trigo.  Un chaval, vecino y  yo nos peleamos, nada grave, unos empujones. Su padre para separarnos me arrea una bofetada y me voy al suelo. Mi padre le llama la atención.

Tengo un montón de hijos y jamás he tenido la necesidad de pegar a ninguno, acaso ¿no ves que son dos crios?, ¿por qué hiciste eso?.

Para que aprendan a no pelearse.

Si, pero le pegaste a Santiago.

Hombre claro, pues no le iba a pegar al mio, ja,ja,ja. Mirando a su alrededor en forma burlesca.

De repente se olle  ¡paff! y el vecino nuestro se va al suelo, mi padre le había arreado un buen guantazo. Se levantó, y la mayoría de los presentes le lanzó miradas de desaprobación, justificando que no debería haberme pegado y menos aún mofándose de ello. De nuevo todos los allí presentes se pusieron a trabajar. Al final de la jornada se produce el perdón entre ambos y todo zanjado.

Tres años más tarde, el 20 de julio de 1936 el día de la romería de Santa Margarita de Montemaior, en plena romería llegó la noticia de que había empezado la guerra española, al parecer ya había empezado un par de días antes, pero en las aldeas no había electricidad y mucho menos radio con la que enterarse de las noticias. La gente se empezó a alterar y  el campo de la fiesta se convirtió en una batalla campal, donde la mayoría recibió algún que otro palo. A partir de entonces y los siguientes tres años fueron muy tristes. Todos los días se oía llorar a la gente de una aldea a otra, porque tanto venían a buscar a la juventud para la guerra, como aparecía  gente muerta en las zanjas de los caminos.

Continuará…