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Retales de su vida (8)

Era por la tarde y estaba yo en las fiestas de San Salvador en Sofán.  Aquella romería estaba llena de gente.  Antes del anochecer  yo y un compañero nos marchamos para A Ramiscosa, otra aldea que estaba a 3 kilómetros. Sobre las doce de la noche en el campo de la fiesta de San salvador se inició una pelea entre la juventud, y acabó con un joven muerto. En aquel momento y con el follón que había allí montado, nadie sabía quien era el culpable; pero dos de los allí presentes que no se llevaban bien conmigo, corrieron la voz de que había sido yo.  Al día siguiente por la mañana me entero de lo ocurrido. Dos días después vino la guardia civil a  casa de mi padre y me llevaron esposado. Los diez kilómetros que separan mi casa del cuartel de la guardia civil en Carballo, fueron un cúmulo de malos tratos, tanto físicos, como verbales. insistía en que era inocente y que por favor, que llamaran a las pruebas que les estaba dando, pero ellos en vez de comprobar, decían que mentía. Al llegar al cuartel, un guardia civil de mayor rango llamado Ricardo, me pegó unos diez palos seguidos con una especie de bastón, que era la porra de aquel entonces. Quería que firmase mi culpabilidad en una declaración; y le dije que ya podían ir matándome que jamás firmaría eso. Cada vez que insistía en mi inocencia y les rogaba que fueran a las dos aldeas a preguntar, y,  verían como estaba diciendo la verdad, ellos más me amenazaban. La palabra injusticia ni la podía pronunciar, sino ya era palo seguro.

Me llevaron ante el juez a declarar, pero no me sirvió de nada. En aquella época había cárcel en Carballo, donde pasé 17 meses.  Estábamos allí metidos 20 presos. Todo este tiempo, estuve mantenido por mi padre y hermanos, porque aunque el estado mandaba unos haberes a los presos; quien se quedaba con ellos era el cabrón del Zamora, carcelero municipal. Yo tenía 19 años, pero cada vez que reclamaba los haberes que me correspondían, las amenazas del desgraciado del Zamora, subían de tono. Me trasladaron a la carcel provincial en A coruña, donde estuve un año. Se celebró el juicio, pero mis testigos no valieron de nada, en contra de dos testigos falsos y me condenaron a 14 años 8 meses y 1 día.

Continuará…

Retales de su Vida (6)

Formábamos cuadrillas de cinco hombres, los cuales se repartían el trabajo en lavar el mineral, buscarlo, cargarlo…  Para dormir, nos cobraban una peseta por noche y nuestras camas eran los pallotes(cobertizos de paja), cortes del ganado, etc. Dormíamos veinte o treinta juntos. Nuestra cuadrilla, cuando pudimos cambiamos de casa, porque nos pusieron al lado de un rebaño de ovejas y gracias al calor que estas soltaban no pasábamos frío. La comida habitual era una taza de caldo de verduras y un poco de broa (pan de maíz), que nos estafaban por ello una peseta. El caldo solía durar 3 días porque, cuando quedaba poco se rellenaba con agua y… ale otra vez.

El 24 de junio de 1941, día de san Juan, hacía dos meses que yo cumpliera los 18 años y  la guardia civil lleva a cabo una batida en Barilongo, cientos de personas corremos monte arriba y monte abajo. En mi huida veo un bulto raro detrás de unos helechos, y pensé que era un compañero de roubeta, pero resultó ser un carabinero(Soldado destinado a la persecución del contrabando) con su fusil al lado. Mi reacción fue empezar a correr en dirección contraria . Le sacaba unos metros de ventaja cuando al saltar una zanja, me caí, pero a mi enemigo le pasó lo mismo y  me levanté y corrí como una bala, hasta que a unos doscientos metros más adelante me encontré de frente con un cabo de la guardia civil.

¡Vaya,vaya! Se cayó el pájaro… ahora no te muevas.

Levanté las manos en alto y comencé a llorar.

¿Usted no sabe que no puede venir a la mina?

Lo se, señor guardia.

-Entonces si lo sabe, porque lo hace.

No tengo madre, mi hermana está en el hospital y necesito el dinero, porque quería ir a verla. Todos los vecinos me dijeron que debería ir a la mina y hacer como todo el mundo.

Pues vas a tener que buscar el dinero en otro lado. ¡Me va a dar usted su palabra de que no va a volver a la mina!.

Si no me pega… bueno… es que no sé… necesito un poquito de dinero.

En ese momento llega jadeando el carabinero al que había escapado e intenta darme con un bastón que ellos solían llevar.

Ehhh! un momento,le estoy tomando declaración al chico,  y si  hay que pegarle se hará después.  Éste es un caso un poco triste; que le vas a hacer si es un pobre diablo.  Y a ti chaval, sabes que si te cogen otros te van a dar una buena  paliza, así que… ¡ trota chaval!.

No hizo falta que lo repitiera, corrí un buen rato sin mirar atrás. Pero a las dos horas me encontré con el resto de la cuadrilla y volvimos a por el wolfram.

   Continuará…